viernes, 5 de noviembre de 2010

Laura..."Porqué no te callas"

Llevo tiempo sin escribir, tal vez por la falta de tiempo, tal vez por la ausencia de inspiración, tal vez pasada la emoción inicial no me deslumbra mi nuevo hobby como al principio... pero hoy, sin pensarlo, sin querer, sin dar demasiadas vueltas ya sé que os quiero contar... y de pronto noto mi necesidad, que no ganas, de materializar mi verbo...

Yo, que me considero “Juan Carlista”, hago acopio de la frase para mi propio bagaje... y me pregunto ¿en qué estaban pensando los astros cuando decidieron unirse el día de mi creación?¿Qué planeta cruzaba el cosmos el día que nací? para que mi torrente verbal sea más rápido que mi pensamiento cerebral....pero... siempre que me cuestiono la pregunta... queda en el aire... sin respuesta...

Cuando desarrollo una idea, pensamiento, en lugar de callarme y expresarlo con la persona apropiada... siempre, se lo termino contando al cancerbero, (eso sí, en su uso mitológico, no veo yo al ser “peliteñido” con un esférico en las manos)... pero, no puedo evitarlo... veo que la colisión final será de tal magnitud que vuelvo a valorar la concesión de otra oportunidad y de pronto, como un río de lava incontrolable, abro la bocaza y canto la Traviata como una gorda italiana y siempre, en todos los casos, el resultado final es el mismo... ideas propias y pensamientos usurpados, verdades a medias, rabia incontenida... y silencio, largo y prolongado silencio.

Pues no señores, ya está bien, ya me he cansado de tanta incompetencia y enchufismo, de miradas soslayadas y movimientos taciturnos, de dimes y diretes... se acabó la próxima vez... ingenua Laura, la próxima vez, volveré a darle otra oportunidad y volveré a dirigir sin decisión.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Y allí arriba, cuando tus dedos rocen el sol...

Día de sentimientos encontrados, día de vida y de despedida... Hoy es un día extraño.

Ring...Ring...
Hola, buenas tardes... ¿Está Javi?..
Sí, creo que está por aquí, ahora le llamo...

Yo, impaciente, esperaba al otro lado de la línea. No tenía muy claro quién era esa voz de hombre entrado en años que había respondido a mi llamada.

Oigo como depositan el auricular y pasos pausados que se alejan...
Espero un par de minutos.
Oigo como cogen el auricular y pasos acelerados que se acercan...

¿sí?... ¿dígame?
Hola Javi, soy Laura... ¿qué tal estás?
Ah.. hola Laura... no sabía quién eras... porque ha sido mi abuelo quién ha cogido el teléfono y me ha dicho que una chica... me ha llamado pajarito...


En aquel momento yo para el abuelo, era “la pajarita”...

Aun recuerdo la última conversación que tuvimos, él empeñado en hacerme entrar en razón... yo, empeñada en hacerle pasar un buen rato ... que si la diferencia entre burro y mula... que si la diferencia entre caballo y asno... aún, no me queda clara cual es la semejanza... pero de lo que si me acuerdo... es de cómo aquel perfecto “gentleman” ... con ojos chispeantes intentaba hacer reir a su “nieta adoptiva”...

Sé que ayer, despedí a mi tercer abuelo.

Pero también, hoy, con la sonrisa en los labios despidiendo a Clemente, me quiero acordar de quién encontró ese pajarito con el ala rota y el corazón partido que yo era... que me hizo volver a creer en el amor, que me hace reír cuando lo único que quiero es llorar, que ilumina mi alma de luz cuando solo veo oscuridad, que me da la mano cada vez que caigo y me ayuda a caminar, que lleva mi mochila sobre sus hombros cuando estoy tan cansada de luchar...

A mi mejor amigo, a mi compañero de viaje, a mi amor...

Felicidades Javier

miércoles, 4 de agosto de 2010

Mi primer regalo

Aquel día, algo raro pasaba en casa... yo apenas tenía dos años pero era capaz de percibir como en el ambiente había un halo de nerviosismo.
Mamá, no pudo cogerme en brazos y me dio la mano para subir a mi habitación.
Era un habitáculo de color rosa, con una colcha a juego que todas las noches ayudaba a retirar para poder entrar en la cama.
Ella, sentada sobre el lecho, miraba como me ponía el pijama y me arropaba con las mantas. Me daba mi osito verde, que aún conservo y mi “maña”, que era así como yo llamaba a mi almohada.
Me dio un beso en la frente, me contó un cuento y volvió a rezar conmigo el “Jesusito de mi vida” al igual que todas las noches, pero ese día, al despedirse de mí, me dijo que me quería mucho, que era su niña y que mañana nos íbamos a ver un poquito más tarde, pues tenía un regalo preparado para mí.
A la mañana siguiente, Ana me despertó y me preparó el desayuno... eran las doce y papá acababa de llegar, tras pasar una noche en vela.
Enrique, entró corriendo por el portal y emocionado dió una abrazo a papá el cual, sonriendo dijo: “que pequeñita es... tiene unos ojos azules, enormes como mi madre, es preciosa”...
Yo le miraba preocupada, porque no veía a mamá y él consciente de mi reacción, me dijo: “no te preocupes Laura, esta tarde iremos a ver a mamá”, se acercó, me removió mi pelo corto y ensortijado y me dijo mirándome fijamente a los ojos: “has tenido una hermanita, se llamará Beatriz y desde hoy va a ser tú mejor amiga... tienes que cuidar de ella, porque es pequeña y tú nos ayudarás a mamá y a mí a que se convierta en una mujer fuerte y decidida, que pueda andar por el mundo mirando de frente, defendiendo sus ideales y que aprenda a tomar decisiones en el futuro, que sea capaz de dar su palabra y cumplirla y que sea amiga de sus amigos, pero sobre todo, tienes que intentar que sea feliz”. Yo, no entendí muy bien aquellas palabras, así que simplemente le sonreí y me abracé a él.

Cuando acabé mi tazón de leche con galletas, salí corriendo a la casa de mis abuelos.

La casa de mis abuelos, se encuentra a 50 metros de la nuestra. La fachada principal es mitad de piedra, mitad cemento, con un portón doble de color verde, en el medio.
Para acceder a la vivienda, primero tienes que atravesar un portalón con el suelo de hormigón pulido, que hace las veces de distribuidor, separando dos grandes habitáculos en los que se encontraban estabulados los animales, cuando el hogar era habitable.
En el portal de los abuelos, siempre podías encontrar fardos de paja, sacos de grano y el carretillo de latón con el que el abuelo me daba paseos por la calle.

Ese día, la abuela, estaba ordeñando la vaca y me miró de reojo: “Piti, no te acerques” me dijo... yo le respondí, “no abuela”. El abuelo bajó por las escaleras y me levantó por los aires, me estrechó entre sus brazos y dándome un beso en la mejilla exclamó: ”Ay, mi Laurita, mi Laurita”.
Cuando al abuelo me subió encima del fardo de paja, recuperé el aliento y le dije: “ya tengo una tata, me lo ha dicho papá”. Él, extendió su enorme mano en mi regazo y mirándome fijamente a los ojos me dijo: “sí, has tenido una hermanita y tienes que saber que es un regalo que te ha dado la vida”.

Por la tarde, después de comer, papá me calzó mis sandalias blancas, peinó mis rizos negros y regó de colonia mi vestido rosa.
Yo no estaba muy bien peinada, pero me encantaba cuando papá me sentaba en una silla y mordiéndose ligeramente la lengua, peinaba mi cabello con esmero.

Cuando llegamos al hospital y entramos en la habitación, vi a mamá tumbada sobre una cama. Ella extendió los brazos y me dijo: “Ven Laura, dame un beso, quiero contarte algo”.
Yo, ayudada por papá me subí a la cama, él giró alrededor nuestro y se sentó al otro lado.
Mamá, me miró a los ojos y me dijo: “Laura, como ya te ha dicho papá, has tenido una hermanita que se llama Beatriz y quiero que la des un beso y te portes bien con ella”.
Papá, se giró y te cogió en brazos. ¡Como te miraba!. Sus ojos grises brillaban de emoción. Te dejó en el regazo de mamá con sumo cuidado y me dijo: “venga Laura, dale un beso”.

Yo me puse de rodillas en la cama, me acerqué a ti y con mucho cuidado te besé en la cara.
Tú, abriste tus ojitos azules y me miraste fijamente a los ojos.

Mamá, me contó unos años después, que al verme, sonreíste, estiraste tu pequeñito brazo y tocaste mi piel.
Tú llorabas todas las noches de pequeña, hasta que mamá decidió meterte en mi cama, desde entonces, jamás volviste a llorar.

Por eso, creo que eres mi regalo, porque con solo tocar tu piel dejo yo de llorar, porque cuando te miro a los ojos veo todo aquello que soy y lo que fui porque me recuerdas que aunque estés lejos sé que puedo contar contigo y porque como una vez tú nos escribiste:

“Como Dios no podía estar en todas partes, a papá y a ti os hizo un regalo, os puso en vuestro camino a mamá y a mí para que cuidáramos de vosotros”... hoy, mamá está con papá y yo estoy contigo, para recordarte lo mucho que te quieren y que aunque estés triste, recuerdes que hoy era uno de los días más felices de su vida.

Te quiero con todo mi corazón y este es mi primer regalo de cumpleaños, porque como tú me dices muchas veces: “tenemos mucha suerte, porque además de llevar la misma sangre por nuestras venas, tiene la química justa que hace que hierva”.

6 de agosto, FELICIDADES PEQUEÑA.

lunes, 2 de agosto de 2010

¿Somos materia o somos energía?

Este fin de semana he tenido mucho tiempo para pensar, para darle vueltas al coco y plantearme el "qué" de nuestra existencia.
Hace no mucho tiempo, yo estaba plenamente convencida de que somos materia, la cual nace, crece y se vá destruyendo , de modo, que cuando ya esa materia deja de cambiar, simplemente desaparece y no queda nada, solo un vago recuerdo en aquellos que nos conocieron y que tarde o temprano se olvidará con el paso del tiempo.
Pensaba, que somos como un viejo jersey, que una vez mudado al invierno, queda apoyado en el respaldo de una silla, ajado, desgastado y adaptado al que fue nuestro cuerpo, pero que no cobra vida, a no ser que volvamos a usarlo. Desgraciadamente con el cuerpo humano, no ocurre lo mismo y una vez que dejamos de usar nuestro cuerpo... simplemente desaparece.
Pues bien, ahora veo la esencia básica de mi error y comprendo cuan equivocada estaba. Cada vez, estoy más convencida de que somos energía.
Esta energía, cuando nos despojamos de nuestro viejo jersey, queda suspendida en los corazones de todos aquellos que nos quieren.
Yo siento la energía de todos aquellos que me quieren y me quisieron, siento como me dan fuerza y optimismo para vivir cada día y siento sus consejos y apoyo en cada dolorosa decisión que he tenido que tomar, sabiendo que he acertado y que elegí la misma opción que hubieran elegido ellos.
El viernes pasado, cuando entre lágrimas mi amiga Pati y yo nos abrazamos, le susurré al oido: "ánimo Pati, están con nosotros, cuidándonos... ¿no sientes su energía? o ¿acaso no crees que sería imposible solo poder respirar si ellos no estuvieran detrás?".
Así, que os dejo abierta la pregunta... ¿somos materia o somos energía?

viernes, 16 de julio de 2010

Nosotros y nuestras circunstancias.

El sábado pasado, hablando con mi amigo Eloy, departíamos sobre las circunstancias que nos rodean y qué hubiera sido de nosotros si nuestra ciudad de origen no fuera Burgos, sino Madrid o Barcelona, en definitiva una gran urbe con infinitas posibilidades.
Especulábamos con la idea de a qué nos habríamos dedicado si estuviéramos en otro punto del planeta.
Yo le comenté, que mi sueño, era estudiar interpretación.
Pero la idea que yo intentaba defender, era que, nosotros somos los propios culpables de nuestro camino, nosotros elegimos donde queremos ir y donde queremos terminar.
Cierto es, que bajo el cobijo de unas determinadas condiciones, es más sencillo que otras, pero no depende tanto de esas variables externas que nos rodean, sino de algo mucho más relevante, nuestros propios axiomas internos, tales como la valentía, la decisión...
¿Qué es más complicado?
Que una mujer del siglo XXI como yo, que siempre tuvo el apoyo de su familia para dedicarse a lo que siempre quiso... o el coraje que demostró mi abuela Vicenta, cuando a los 16 años y con su madre enferma, unos hombres uniformados se presentaron en plena noche llevándose a su padre de la cama. Ella se vió obligada a hacerse cargo de su estirpe y pelear con uñas y dientes por sacar adelante la explotación agrícola.
Creo que ese hecho, forjó su carácter y la convirtió en una mujer valerosa y pertinaz, poniéndose el mundo por montera y llevando las riendas de su familia, adelantándose a la época en la que le tocó vivir.
Recuerdo, cuando yo tenía menos años y algún que otro noviete y ella, arrugada y marcada por el tiempo, me miraba con sus inmensos ojos azules y me decía: “Laura, lo importante de un hombre, es que te quiera”.
Creo que ese valor y apresto, nos marcó a todos nosotros, sus nietos, sus hijos... por eso, cuando miro a Bea , veo de nuevo sus ojos azules, que me aconsejan y me guían.
Hoy, este post, se lo quiero dedicar a ella, a mi abuela Vicenta, aquella mujer de mayúsculas manos y no menor corazón. Aquella, que en los últimos años de su vida, se olvidó de todo, hasta de sus propios recuerdos, sin evocar que todo lo que dejaba atrás era fruto del esfuerzo y del propio camino que decidió vivir.

martes, 6 de julio de 2010

Escocia ... Verde

Desde que era pequeña, cada viaje, cada vivencia, la asocio a un recuerdo concreto, el cual puede ser una canción, un color, un olor...
Cuando rebusco en los cajones de mi biblioteca cerebral y abro el archivo de Toscana 2009 con Bea, escucho Indietro de Tizziano cantando a pleno pulmón en el Cordobita, por la strada 222.
Escocia, ha sido verde ... cierro los ojos, muevo los engranajes que abren la puerta de mis recuerdos ... y veo ... verde.
Verdes praderas con la hierba recién cortada... verdes bosques que rodean lagos interminables... verdes llanuras que cruzan carreteras serpenteantes...

Dicen que el color verde, es aquel en el que nos refugiamos en épocas de dolor, de incertidumbre, porque representa la paz, la calma, el sosiego que andamos buscando para equilibrarnos.
Es el color más apropiado para invitar a la reflexión. Significa vida, esperanza.
También, lo asocian a determinados signos zodiacales como piscis o tauro ... ¿simple coincidencia? ¿o quizás no?
En cualquier caso, no he encontrado en Escocia el equilibrio que andaba buscando, aún me queda mucho por recuperar la confianza en la vida, pero de lo que sí estoy segura, es que Escocia cura, lenta, pausadamente, pero cura.

jueves, 3 de junio de 2010

Vértigo

"Agárrate de mi mano, aférrate, que el futuro me dá vértigo"
Ayer, en una película, oí decir a la protagonista que dá igual si pasa una semana, dos o un mes.
Dos años, tres o diez...lo realmente importante del tiempo ...es que pasa...
Ya casi, se han cumplido seis y al principio me daba miedo que el tiempo pasara, porque creía que me iba a alejar cada vez más de vosotros, pero otra parte de mí, deseaba poder cerrar los ojos y transportarme unos cuantos años después.
Ahora veo, que vuestro recuerdo sigue presente en mí... como si fuera ayer...
El gran Mario Benedetti escribió:
"no creas, nunca creas
este falso abandono.
Estaré donde menos lo esperes...
Estaré en un lejano horizonte sin horas,
en la huella del tacto, en tu sombra y mi sombra
"

Siento miedo a que pase el tiempo, "agárrate de mi mano, aférrate, que el futuro me dá vértigo".
Cuándo era más jóven y leía el título de la novela "La insoportable levedad del ser", no reflexionaba más allá, de lo "sonoro" del título...sin embargo, ahora me doy cuenta de su importancia y agradezco, haberlo descubierto con 30 años y no antes.
"papá, mamá...agárrate de mi mano, aférrate, que el futuro me dá vértigo"